Thursday, October 9, 2008

El sentido de la vida II

El lento retorno al centro, a la armonía de ser sola. Y con él, la esperanza de no perder de vista que la soledad surge de la incomprensión que conlleva la compañía, y el vacío de la cáscara de los personajes que esa compañía me extrae. Es cierto. No necesito a nadie, siempre y cuando no tenga a nadie. Olvidar esto implicaría caer nuevamente en la periferia de la dependencia.
Luz interna, y de nuevo oblicua, distinta, eternamente sola, me encuentro. Porque al ser nada más, al ser, el universo termina en mi gravedad. Quizás conocer sea dejarme arrastrar por la esperanza de ser normal y gregaria. Pero así plantada nada me mueve de la dulce seguridad de que
soy
de nuevo
sola
.

Por primera vez en mucho tiempo, soy infinitamente feliz. Tengo esperanza, de nuevo, finalmente.

2 comments:

mj said...

La dependencia de la periferia o la periferia de la dependencia, ojito.
Es un mensaje que, lejos de la primera apariencia de tristeza que da, parece reconfortante. Una especie de resistencia ante esa horrible tendencia (auto)impuesta a la compañía, el compartir, la amistad, la pareja, la familia y todo cuanto de gregario tiene la persona humana.
Te quiero.

alejin said...

¿De dónde me viene esta imagen del círculo (o el óvalo, no estoy segura)? Pero siempre se siente así. Cuando en pareja, me siento descentrada, como una moneda a punto de terminar de girar (a punto de caer chata) se bambolea. Cuando sola, soy [estoy con sentido de permanencia] centrada, en balance. Raro, che.

Y yo a ti.