Saturday, October 27, 2007

Soy liberal, pero no tanto.

Les confieso ahora mismo que a mí me incomoda que la gente vaya al baño enfrente mío. Quizás viene de que cuando era piba, una prima que tenía algún problemilla de estreñimiento y egoísmo me obligaba a que le hiciera compañía, y así he pasado lo que ahora se sienten como tardes enteras, sentada sobre el borde de una bañera, sin más aspiraciones que no aspirar.

La vida adulta me ha traído el privilegio de no tener que compartir esos momentos con mi familia y amigas. Y así iba yo, muy contenta por la vida, hasta que un muchacho con el que yo salía (bah, entraba, mejor dicho, que a la calle juntos no íbamos nunca) se levantó presuroso del lecho compartido y se metió en el baño. Momentos después, el sonido de líquido sobre líquido que viajaba a la velocidad de la luz (porque la puerta estaba abierta) me llevaba al borde de la bañera de mis recuerdos. Pero suspiré, pensé "Qué exagerada, qué tan malo es que no cierre la puerta. Pero yo soy tan pero tan canchera que no me va a importar. Mirá. No me importa, ves, no me importa no me importa no..."

Y poco a poco me acostumbré a pensar que no me importaba. Hasta que anoche tuve la gota que rebalsó el vaso. Un ex-amante estaba de visita en la ciudad, y como ahora soy una mujer casi casada, y además soy muy considerada, y además quería estar cerca de la puerta por si quería escaparme, le dejé la cama y me fuia dormir al sillón en la cocina-comedor-living-sala-de-estudios-y-de-recibo. Un par de horas más tarde, me despierto al sonido tan detestado de lluvia sobre mojado. Pero no estaba yo durmiendo en el living?

En efecto, mi ex, por razones que no me pu(e)do explicar, había decidido mear en el tacho de basura. Ahí, al lado mío, a las cinco de la mañana, en gües lafaiét indiana.

Y sin más retardo, habilito la pantalla para otras historias cotidianas, personales y no, que prestan irrefutable evidencia de que el mundo está loco.

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