Tuesday, November 11, 2008

Mail a un amigo en la mañana del martes

Es un mail para un amigo pero también es lo que por aquí llaman "un día de cada día" o, más exactamente en este caso "una mañana de cada mañana".

Arremetiendo con (o contra) el martes. estoy demasiado cansada para las nueve y media de la mañana que son pero, como dicen, sarna con gusto... aunque ahora que pienso, lo del gusto es bastante relativo, pero sí, en realidad, sí, me gusta hacer cosas, por las cosas en sí y por el hecho de hacerlas y aunque la peli que vi anoche quizás no fuera lo que quería ver en ese momento, me gustó estar ahí mirándola en el auditorio del cccb en un ciclo sobre el cairo. una peli árabe clásica, larga, que no sé bien por qué o quizás sí lo sé muy bien, ahora que pienso, me hizo acordar a roberto arlt y esos personajes tan ladinos y tan oscuros y tan pobres tipos. no arlt, los personajes. estoy escribiendo este mail e intentando llevar el ritmo del pensamiento pero no acompaña mucho que digamos.
sigo, entonces, cuando llegué a casa me esperaba un manuscrito mortal del que leí como hasta las dos para sacármelo de encima, la verdad. así es que sí, me gusta lo que hago, como idea abstracta y así en general, ¿te pagan por leer? ¡qué guay! sí, bueno, sí, tiene sus bemoles. porque la verdad es que esto de leer para un concurso está buenísimo como idea, como experiencia y para contarlo después (y para reírte de los títulos con el director del premio cuando llegás media hora temprano). pero en el fango de las letras, mamita querida, cómo está la gente, cuánta locura suelta. el otro día hablaba con dobry, que estaba de acuerdo con la idea de mi compañera de piso -campeona empresarial del coaching- en que todo el mundo tiene un libro adentro. yo, horrorizada. dios mío, vade retro satanás, la boca se te haga a un lado. qué barbaridad, como decir todo el mundo tiene una sinfonía dentro. sólo estoy de acuerdo con esas máximas -y con las análogas de cualquier arte y de todas- si eso que está dentro no tiene intenciones de salir. o de salir sin más tratamiento. no todo es literatura. afortunadamente.
y aunque tengo poco tiempo, leo en el cole cuando vengo a trabajar. podría venir caminando, vuelvo caminando, de hecho, pero si no viniera en cole no podría leer las magras páginas que le dedico a la lectura, la lectura de verdad, con todas mayúsculas. ¿cuándo, si no, los pasos perdidos? tardé, pero lo terminé y requetecontramil valió la pena. y ahora más, que me han oxsequiado con uno de bolaños digno para empezar (me habían regalado uno indigno, sin mala intención, quizás hasta sin intención y allí duerme en la biblioteca el sueño de los justos). así, empiezo la mañana, con esas paginitas antes del primer café, antes de ducharme (no me gusta ducharme a la mañana, qué cosa más violenta, por favor), no antes de lavarme los dientes ni de vestirme para salir a la calle, que un mínimo de respeto esas paginitas, por pocas que sean, se merecen.
en fin, eso, que anoche me quedé con un manuscrito malo hasta las dos y hoy a las siete, arriba, con lo duro que es el pasaje a la verticalidad para mí.
pero ahora me acompaña un capuchino, te escribo y el día parece ir remontando.

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