¡Que alegría con acento! Qué bueno leerlas, muchachas, y qué extraño que el tópico del agua recurra en las tres postas. Y yo lo sigo, no con agua, sino con saliva.
Resulta que esta el novio de visita, un gringo circumspecto llamado Grant, y - tal como la última vez que nos visitamos - me agarré una linda angina. Mi hipóstasis es que la saliva californiana corrompe el paladar argentino, y las defensas bajas de tanto quererlo me impiden rechazar los gérmenes del sur del norte. Yen sé pá.
Dentro de un rato, sin embargo, venceremos la inercia y nos iremos al parque de los lobos, una maraviglia local en la que un grupo de lobos (lobos lobos, no les jodo) va y mira a un grupo de humanos. Creo que nos va a venir bien una salidilla después de unas 10 horas de que yo trabaje sin parar y responda con monosílabos. Así de mala novia soy.
Escribo luego de nuevo. Pero egén, qué alegría saber de uds!
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